"Nunca dejes de sonreír,
porque nunca sabes
quién se puede enamorar de tu sonrisa",
dicen que los
dijo ‘Gabo’,
pero se la robó Hank Strugges.
Ella y él, caminando en la
noche por el malecón, mientras el viento sopla y las olas golpean el mirador.
–¿Cuánto debo?
–No es nada
–Pero quiero pagar, no me
gusta deber
–Entonces…
Págame sacando de tu bolso aquel
labial rosa coral que tanto me gusta y pinta tus labios.
Haz esa mueca que adoro y que
extraño en tu ausencia,
aquel guiño que sabes que admiro y que anhelo cuando tú
no estás.
Haz ese gesto con el que
sueño durante el día
y con el que descanso por la noche.
Págame con ese perfecto ademán
que colocas en tu rostro,
que no olvido y que no olvidaré.
Déjate amar y déjame amarte.
Cierra
tus ojos, abre tu mente y tu corazón.
Págame cerrándole la puerta a
los prejuicios
y olvidando las formalidades,
deja afuera el compromiso y quita los
vicios.
Guarda tus secretos y
encierra la culpa,
esconde los miedos y no los dejes salir, nunca más.
Guarda tu pasado, observa tu
presente y recuerda tu futuro.
Imagina. Ve como el ciego y
escucha como el sordo.
Corre como la tortuga y salta como el elefante,
canta
como el león y ruge como las aves.
Sueña, construye, inventa.
Págame con tu risa, págame
con tus besos,
págame con tus caricias.
Págame con tu sonrisa,
sonríe
una vez más para mí.
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