27 abr 2016

Gracias totales

"No hay deber más necesario que el de dar las gracias”.- Cicerón

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Gracias a ti soy una mejor persona. Y es por eso que debo agradecer todos y cada uno de los momentos -por más diminutos o complejos que sean- que he pasado a tu lado, por cada vivencia, cada sonrisa y cada emoción.

Gracias totales, porque hoy puedo afirmar que no soy el mismo de ayer, porque puedo hacer cosas de las cuales nunca pensé y porque me haces ser la mejor versión de mi.

Te agradezco por haberte acercado a mí, porque desde el momento en que te conocí dejaste tu huella, que jamás será borrada. Gracias por darme y entregar tanta alegría a mi vida.

Gracias por hacerme sonreír en la adversidad. El dolor y la frustración que acabaron con mis aspiraciones y planes de vida. En mis venas inyectaron un veneno que destruyó y arrancó las ganas de sonreír, las ganas de vivir y las ganas de seguir, pero no me dejaste caer.

Tomaste mi mano y me llevaste a donde tenía que estar. Curaste mis heridas.

No cualquier persona se atreve a decir “vamos a enfrentar esto juntos”.

Difícilmente, alguien quiere estar ahí, a tú lado en la soledad, en la enfermedad. Definitivamente, quedo en deuda contigo por el resto de mi vida, y seguramente, sin ti habría caído en el abismo, habría escapado y las consecuencias habrían sido fatales. Te debo la vida.

Las consecuencias y los estragos aún se están viviendo, los estoy padeciendo. Por eso lo siento, pero hoy te doy las gracias por haber estado ahí.

También debo darte las gracias por escucharme, por ser ese hombro en el que puedo llorar, por ser mi bastón y apoyo día a día. Hoy por hoy, eres mi consejera, mi fortaleza, mis ganas de seguir adelante, pero más importante, mi mejor amiga, una amiga con la que comparto mi felicidad, mis logros y mis desgracias.

Gracias por dejarme ser yo. Jamás has querido cambiarme, con o sin mi locura, con mi forma de vestir y hablar, y a pesar de todo lo malo que puedo tener, demostraste tu cariño y tu aprecio siempre.

Gracias por dejarme ser auténtico y original y nunca limitar mis emociones o mis sentimientos. No me pusiste condiciones y respetaste la autenticidad de la persona que soy y que quiero ser. Me dejaste correr desnudo y me ayudaste a quitarme miedos y limitaciones físicas y mentales, y por el contrario, expusiste mis capacidades y enalteciste mis virtudes, por mínimas que sean.

Agradezco cada vez que no me callaste y que me pediste guardar silencio, cada momento en el que me dejaste alzar la voz y me pediste ser tolerante. Por tratar de entenderme sin juzgarme y por cada momento que me criticaste, por eso y más te debo agradecer.

Gracias por apoyarme en mis malas decisiones. Nadie como tú para decirme “te lo dije”. Gracias por hacerme ver que estoy mal, por abrirme los ojos e iluminar mi camino. Quedo agradecido por ayudar a levantarme después de la caída.

Gracias por hacerme sentir hombre con tu cuerpo de mujer. Gracias por enseñarme que el amor no es solo sexo y gracias por dejarme conocer el placer. Gracias por todos los besos que me diste, gracias por tus ojos tan fieles, por tus ganas de amarme, por la fe que me tienes, y entregarte así, sencilla, única y sincera.

Gracias por tus besos espontáneos, tus abrazos fuertes y cálidos, por tocarme con tus suaves manos y por regalarme tu sonrisa perfecta.

Gracias por ser parte de lo que mas amo, por entender mis enfados, por demostrarme que se puede, por la simpleza con la que vez las cosas, gracias por todo lo que me diste y gracias por cada vez que vuelvas a pensar en mí.

“No tienes nada que agradecer”, sería tu respuesta, sincera como siempre lo has sido, cariñosa y apasionada.


Gracias por amarme.